I
En la azul y serena noche que contemplo,
El cielo se detiene al ver mi desconsuelo,
La lágrima recoge la mejilla del desvelo,
Como la hiedra recorre las paredes del templo.
Abajo, el reflejo del lago da el ejemplo
De tranquila quietud, de firme, sólido suelo;
La fresca brisa, con inextinguible anhelo,
Azota suave mi cara en el antetemplo.
¡Qué despacio caen las hojas tras el sosiego!
La refinada calma del paisaje, en su bondad,
Otroga la dichosa paz al alma en ruego.
Así rezaba un papiro de la Antigüedad,
Escrito en Abydos por un joven monje lego,
La noche que se entreabrió la eternidad.
De
La Herencia de Mnemosyne.
A UN BASTÓN
Bastón de madera de ébano
Y empuñadura de plata
Que figuras al joven titán Atlas,
Padre de las Pléyades
Y hermano de Prometeo,
Cargando el peso del mundo
Como castigo eterno de los dioses,
Tendría que agarrar al mundo y a ti
Si quisiera andar contigo.
También la belleza cansa.
De
Theatro de Amores y Leyendas.
I
Goza, dulce amigo,
Ve cómo el tiempo pasa furtivo
Y acaricia nuestras sienes
Envejecidas y calmas.
Goza del suave céfiro
De este atardecer ligero
Que conmueve al alma cansada
Y consuélate cuando llegue
El dócil crepúsculo.
Pídele a la escultura de Hebe,
Que está escondida entre jazmines y petunias,
Detrás de aquellas rocas,
Cerca de la cascada
De cristalinas aguas del Penteo,
Que te sirva una copa de delicioso néctar,
Y apura tu copa con la dulce ambrosía
Para que se humedezca tu boca.
Escucha la leve melodía
De la siringa de Pan,
Mientras tus ojos miran
A la inmovilidad de las montañas
Y a la dulce cadencia de la mar.
Los antiguos templos de otras épocas,
Impávidos, vacíos y en ruinas
Nos cuentan la historia de la ciudad,
En el reposo ahora hallado.
Goza, dulce amigo,
De este momento
En el que todo es paz,
Y quietud, y serenidad.
De
La Ciudad en llamas.
VI
Amor mío,
Esta noche muchas cosas quiero darte.
No son ni esmeraldas, ni zafiros, ni rubíes
Sino el reflejo de la luz de la luna sobre las aguas,
Las estrellas del cielo que caen
Como perlas relucientes sobre los verdes prados,
El blando céfiro que sopla entre las palmeras.
Quiero darte la serenidad del mar que contemplo,
La paz de mi corazón,
El sosiego del cielo,
La quietud, la armonía, el equilibrio,
La difusa luz que hace dorada la tarde,
Todo mi amor y respeto,
Todos los poros de mi piel.
Te quiero dar las cosas más pequeñas y sencillas.
Pero, sobre todo, toma en silencio,
Amor mío, lo más profundo de mi corazón,
Llévate mi alma que reposa
Entre las flores de mi jardín.
De
La Ciudad en llamas
EL CICLO
Sentado en mi jardín
Reposo y releo a Virgilio
Mientras veo las rosas crecer
Con extrema lentitud.
Ahora otra es mi edad
Y otro es mi deseo
En las verdinegras
Luces del atardecer.
La paz interior
Se refleja como una pasión viva
Y profunda,
Esperando la muerte
Y el renacer
De la rosa.
En ella se encierran todas las cosas
.
De
La Ciudad en llamas.
XIII
Afuera, a lo lejos,
Se oye una gran algarabía,
La multitud grita mientras huye,
Las noticias que me llegan
Dicen que se está incendiando
La Ciudad,
Que ahora mismo está ardiendo en llamas.
Sigo cuidando los geranios de mi jardín
Y espero poder terminar de releer
Esta noche
A Roberto Caracciolo
En la impresión de Johannes de Forlivio
Estampada en la Venecia de 1490.
Hay cosas que ya no me preocupan.
De
La Ciudad en llamas.
Los bárbaros también son necesarios aunque resulten repugnantes. Alguien tiene que destruir la civilización.
* * * * *
Cuentan que un poco antes de la IIª Guerra Mundial, un avispado hombre de negocios norteamericano compró en Florencia, a elevado precio, una tela de Tiziano para su colección. Supuso que iba a tener problemas en la frontera. Así que contrató a un pintamonas para que pintara sobre el lienzo un horroroso cuadro de arte moderno. Lo llevó a un restaurador de París para que rascara el óleo fresco y recupera el cuadro original. El restaurador así lo hizo, pero no satisfecho con su trabajo, siguió rascando y encontró un retrato de Mussolini.
La moraleja de esta corta historia es que se debe tener cuidado con el Arte. Es como una amante infiel, como una bella hetaira que te pide todo sin estar seguro nunca de si se va a recibir algo a cambio.
De
Aforismos en la Ciudad en llamas.
LA LUNA
In memoriam Federico Sánchez
Las antiguas noches
Están envueltas en magníficas páginas de Virgilio,
De Horacio, de Teócrito y de Píndaro,
De los amores insanos de Propercio
Y de los castos deseos del Dante.
Del sueño de Lorenzo el Magnífico en Florencia
Escribiendo sonetos de amor
A Lucrezia Donati,
Que también pintara Botticelli,
Mientras Ficino traduce a Platón para él.
De Petrarca, de Bembo, de Marino
Y de la fugitiva hora de Quevedo,
Y de las máscaras de Góngora,
De Shakespeare, de Milton y de Spenser,
Desde aquí veo la Luna
Que ellos vieron
Y respiro el mismo aire
Que ellos respiraron.
La Noche es aquí
Como en otros sitios,
Como en otros tiempos,
Como ha sido siempre.
De
La noche ensangrentada.
SONETO
A María y Miguel
Al verte pensé que fuera hermoso
Nacer otra vez para conquistarte,
Y hundirme en aguas para amarte,
Y morir en tus brazos proceloso.
Mas si tu corazón es generoso
Y conoce los deleites del Arte,
Por suaves afecciones que he de darte,
Cautivo soy de ti en mar virtuoso.
Queda en el tintero fugitivo
La negra tinta como mar de muerte,
Ya que el verso no queda vencido;
Y sólo me queda, de esta suerte,
Triste, pobre, cansado, afligido,
Pues nada más nací para quererte.
De
La Tarde ensangrentada
LAS ÚLTIMAS SOMBRAS
Apura la última copa,
Amada mía,
Que el alba está a punto de llegar.
Las primeras luces de una nueva
Y terrible mañana
Asoman por el horizonte.
Y, sin embargo,
¡Qué bello está el cielo en este momento!
Luces rojizas iluminan
Unas nubes de formas caprichosas
Sobre un cielo azul claro.
¡Quién pudiera detener este momento
Hasta la eternidad!
¡Ni la más experta tejedora
Captaría sus infinitos matices
Para hacer el tapiz de nuestras vidas!
Apura la última copa,
Amada mía,
Que la mañana y sus rigores
Ya se presienten.
Alejémonos de este mar
Que pronto sólo será un terrible sufrimiento.
Las últimas sombras,
Amada mía,
Debemos ser tú y yo.
De
La Tarde ensangrentada.
A JUAN RAMÓN JIMÉNEZ
¡No más profundo, ni más lejos,
Sino más hondo!
Donde el cantar parezca que no llegue,
¡Más hondo!
Donde la palabra no se escuche,
¡Más hondo!
En el principio
Las golondrinas de Bécquer,
En los jardines de Samain,
En los claros clarines de Rubén,
¡Más hondo!
En los pensamientos de Salinas,
En la exquisitez del dandy Cernuda,
En las puerilidades de Lorca,
¡No, mucho más hondo!
Donde el vuelo de las gaviotas sobre el mar
No se perciba,
¡Más hondo!
Donde la nube pase borrando
La memoria de los hombres,
¡Más hondo!
Donde el corazón sangre
Y el sentimiento se encienda,
¡Más hondo!
Donde el verso no pueda llegar,
¡Más hondo!
Llegamos a la tierra del dolor infinito,
¡No, mucho más hondo!
Y en la más profunda caverna,
Donde el poema no existe,
Descubriremos que el final del Poeta
No es el verso, sino el silencio,
Porque el Poeta se habrá convertido
En Poesía.
De
La Tarde ensangrentad.
XL
Miro, a través de la inmensa cristalera del salón,
cómo llegan las primeras luces del alba.
A lo lejos, casi en el horizonte,
veo una hilera de luces color butano
que todavía permanecen encendidas.
Es el final del incendio nocturno,
donde pequeños astros luminosos
quemaban suavemente el sereno negror,
y las llamas fluían en perfecto equilibrio y armonía.
Ahora, en soledad profunda e infinita,
veo como los rayos del inevitable sol que se avecina,
apagan desdichadamente aquel pavoroso incendio
que siempre he llevado en mi alma.
Durante sólo un instante
me parece que llegué al confín de la locura.
De
Trozos de porcelana, (de próxima aparición)
Antonio J. del Puig, Official Website
TRADUCCIONES:
DE LOS MODERNOS.
Vivís en rebeldía, pero sin sueños, sin destino,
Más viejos, más decrépitos que este mundo infecundo,
Castrados desde la cuna por el siglo asesino
De todo ardor noble, vigoroso y profundo.
Vuestra mente está tan vacía como vuestro sino,
Y habéis mancillado este miserable mundo
Con una sangre corrompida, con un aliento dañino,
Y la muerte crece sola en este fango inmundo.
Hombres, cazadores de Dioses, cerca los tiempos están,
Donde los grandes pilares de oro se enlodarán,
Donde el fértil sol roerá las más grandes rocas.
Impávidos en el día y en la noche sin remedio,
Nacidos en la estulta nada del supremo tedio,
Morís estólidamente cuando abrís vuestras bocas.
De
Leconte de Lisle: Poemas escogidos.
SONETO.
Todo lo que diré es: Gozo, gozosa cosa,
Entended que es de Vos quien hablo, ensimismado,
Que enciende toda la sed de beldad gozosa
Y dicha de placer mucho más bello y gozado.
Gozoso el que en la gozosa jornada reposa,
Gozo de adormecer, gozo del corazón cansado,
Gozo en el rostro de tanta pasión gozosa
Que es gozo gozoso el no mirar truncado.
Gozo de la voluntad, gozo del pensamiento,
Y gozo de decir, y gozo de vivir gozoso,
Y gozo de cualquier gozoso movimiento:
Porque yo, gozoso de gozo, si deseoso
De Vos me encuentro, que nunca el gozo siento
Sin vuestro gozo en mi corazón, no reposo.
De Guitonne d´Arezzo en
Perlas poéticas.
LA NIÑEZ TERMINA.
Una isla en medio del mar…
Por la lluvia deshecha, una camelia.
Al lado de los pájaros, la primavera;
La primavera al lado
De los pájaros sin pájaros.
Todas las esperanzas han quedado destruidas, ¿verdad que sí?
Sobre el mar una nube, sobre la nube la tierra
Reflejándose,
¿verdad que sí?
El cielo tiene una escalera,
¿verdad que sí?
Hoy ha caído la bandera de la memoria.
Como un gran río,
Dejaré de ser lo que amo. Por la tierra mis pisadas,
Sobre mis pisadas el polvo fino…
¡Ay, pobre de mí!
De Miyoshi Tasuji en
Perlas poéticas.
I
Aunque tenga una lámpara, y fuego,
Estrellas, luna y sol que me den luz,
Desdichadamente todo lo que ven mis ojos
Es negro como la noche.
De Bharthari, poeta sánscrito, en
Perlas poéticas.
NOCHE DE VERANO
A lo lejos, los bosques blancos y bellos
Duermen con las canciones de la mañana.
El resplandor encarnado
Los cubre de azul
Y se inclina sobre ellos.
Se esfuman en el cielo las perdidas estrellas,
Pequeños puntos en el cielo de vértigo,
Miradas de amantes separados que se afligen
Extremas lágrimas expandidas.
De Cyrille Christov en
Antología de la Poesía búlgara.
DOLOR
Los días pasan y hacen fallecer
De esperanza, en su último esfuerzo.
Mi mirada ha huido del futuro,
Lo que yo espero, he visto la muerte.
Fijando mi dolor usual,
He encontrado en ella una amiga.
Los días no me han quitado
Unas noches por otras, para mi luz.
Sin retorno, me abandono.
Sólo la dulzura, ella raya
En el corazón un tormento sin igual.
Ella me vuelve joven y fuerte,
¡Para qué huir!, yo pierdo sin cesar,
Dulce o triste, ¡oh sol mío!
De Pentcho Slaveikov en
Antología de la Poesía búlgara.
UNA TIERRA SIN RUINAS
Sí, dame la tierra donde las ruinas se extiendan,
Y la luz pisada sobre los corazones
De los muertos;
Sí, dame una tierra que esté bendecida por el polvo,
Y brille con los hechos recién acontecidos de la llanura.
Sí, dame la tierra donde la batalla es roja refriega
Y ha resplandecido a la fama futura con su pasado;
Sí, dame la tierra de las leyendas y las tumbas
Que cuentan las memorias de largos días desaparecidos;
¡Sí, dame una tierra con una historia y una canción!
¡Guarda como reliquia la contienda del bien contra el mal!
Sí, dame una tierra con una tumba a cada paso,
Y los nombres de los que allí yacen para que no sean olvidados.
Sí, dame la tierra de la ruina y de la tumba;
Hay grandeza en esos sepulcros,
También hay gloria en la derrota;
Y para la derrota del futuro una nueva luz ha nacido,
Como después de la noche viene el sol de la mañana;
Y los sepulcros de los muertos
Con la hierba bien crecida
Podrán vestirse de gala
Sobre el escabel del trono de la libertad,
Y cada ruina en el sentimiento de la guerra poderosa,
Será una roca más sobre en el templo de la Verdad.
De Abraham J. Ryan en
Antología de la Poesía del Sur de los Estados Unidos.
Antonio J. del Puig, Official Website